lunes, 3 de diciembre de 2012

¡Quedamos!


Después de marearlo, llegó el  día
el que tanto fue  esperado
Cuatro nos juntamos ¡qué alegría!
Y el acuerdo al fin se ha consumado

Tampoco es que fuera necesario
un reencuentro en base a algún suceso.
Recuperar las costumbres de a diario,
perdidas  tras el largo receso…

De los años que se fueron en ociosas
desidias que con desinterés
llenaron nuestras vidas fatigosas…

trabajos, hipoteca, insipidez,
nos alejaron  de nuestra luminosa
divertida unión, para hoy volver.

II

Con la frente marchita
Las mieles del tiempo
Platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida…



III
Y pasó lo que pasó
Lo que tenía que pasar
Venga a hablar y venga a hablar
Con alguna discusión

Yo llevaba planteado
Al principio haber pactado
Para haber tenido claro
Lo de qué haber hablado
Pues se sabe de antemano
Toda nuestra afinidad
Aquí nadie se ha cambiado
Aunque sea una obviedad
De chaqueta con la edad
Seguimos siendo los mismos
Aunque el tiempo nos convierta
En su víctima y aliado…

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Consideraciones tras el 14-N


La huelga, los huelguistas y la policía.

La huelga a día de hoy se ha convertido en un instrumento de los trabajadores muy venido a menos, con poco poder de convocatoria por parecer estar obsoleta y de ello se han encargado con mucho empeño, y la verdad no sé por qué tanto, una serie de grupos de los llamados reaccionarios o afines al neo-liberalismo. Seguramente sea debido a que sus reacción se ve motivada por intereses que han hecho creer a la sociedad como necesarios para la convivencia y el progreso, pero eso sí son sus intereses. Vi al tal Hernan T. de Telemadrid, decir con una virulencia que rayaba el extremismo reaccionario, despropósitos contra los sindicatos, y digo yo con un simple sentido común que aunque los sindicatos hayan tenido privilegios, errores, connivencias y esto poniéndolos en lo peor, que es posible que no haya sido para tanto, digo pues, ¿acaso no serán necesarios los sindicatos (incluso con sus imperfecciones) en este panorama socio-laboral, aunque solo sea para equilibrar fuerzas?

Los huelguistas se están convirtiendo en los héroes actuales de la sociedad.  Movidos por grandes ideales de justicia son capaces de despreciar el salario que les será descontado a su ya de por sí rebajada nómina, son capaces de, con la cabeza bien alta por lo que consideran intereses generales dar la cara ante quien es posible que lo estigmatice en adelante, son capaces de, con grandes dosis de valor ponerse delante de un esquirol para impedirle en lo posible la traición a la clase trabajadora.
Qué son estas huelgas de hoy en las que con el cuento de la democracia, se vende la moto de la libertad de decisión de ejercer el derecho de hacerla o no, si lo que se está ocultando es la realidad de una sociedad quebrada por las ideologías de uno u otro bando ya que en caso de no hacer huelga, se justifica por la libertad y de paso se esconde la miseria del cobarde, del rácano, del egoísta y además le sale impune.
Pero lo que es peor aún es cuando, en base a posibles represalias por parte de empresarios se violenta el derecho a sí hacer huelga, lo que produce un humillante dominio sobre el trabajador que le deja vencido. Quienes sí la hacen tienen un punto de homenaje a esos violentados.

La policía se ha convertido en el instrumento represor al mando del político de turno y, que actuando junto con un cierto poder de la información transmiten a la sociedad el pánico de que lo que pasa y está pasando en esas horas huelguistas  es malo, muy malo y por eso ellos tienen que actuar, para defender otro derecho ciudadano situado, a la vista del empeño en querer conseguirlo,  muy por encima de otros derechos. Además, gran parte del infame trabajo a que se dedican, lo hacen bajo el influjo de una rabia, un ansia de provocar maldad y dolor, propio de personas trastornadas con las que es imposible convivir fuera de sus horas laborales, puesto que pegar como pegan algunos, persiguiendo a quien saben inocente con la porra en la mano amenazante levantada y lanzando un brutal golpe, de los que se dice: “con todas sus fuerzas” es totalmente incompatible con la serena vida de un padre de familia que lleve a sus hijos al cine. Solo desearía que fuese uno de sus hijos, quien hubiese ido a la manifestación, quien se enfrentara cara a cara con él.

Rafael Cuevas.

jueves, 1 de noviembre de 2012

¿Quedamos?


Ocho meses llevamos para vernos
Han pasado seis y no ha podido
Ser posible un viernes conseguirlo
El convertir nuestros encuentros en  eternos

Ganas tengo yo algunos meses
De salir de un bar haciendo eses
Porque en él nos bebimos un barril
De cerveza, contando una y  mil

Cuitas que nos pasan, compartiendo
cosas de que hablan los amigos,
Aquellas que nos dicen que están vivos

Los lazos que nos unen,  y riendo
Ir nuestros sueños  persiguiendo
Es para que no caiga en el olvido.

Rafael Cuevas

miércoles, 10 de octubre de 2012

Homenaje a El Ambigú


Una conocida emoción me pone alerta
Si al comenzar escucho sus compases
Que me introduce por mágicos trasvases
como atravesando misteriosa puerta

 
Un gozo que entra por las orejas
que me lleva al sitio de mi recreo
íntimo lugar de nuestro escamoteo
Donde se regocijan las parejas

 
pabellónes  de ambos lados de la cara
que atraviesan fugaces con las notas
las músicas variadas y remotas

 

Las que Diego por desgracia no prepara
pues fue este un tiempo que acabara
y que en parte recupero de su obra

Rafael Cuevas Oct.2012

Y a continuación un par de cuñas propias del ambigú, recuperadas y editadas por mi mismo para regocijo de los abandonados seguidores:


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viernes, 5 de octubre de 2012

Ya no me tumbo en la hierba




Hierba de un parque cualquiera




El caso es que el otro día circulaba bicicleteando camino del trabajo, con un poco de tiempo más de lo normal, ya cerca, en el parque de la bombilla para ser exactos, caí en la cuenta...


Ya no me tumbo en la hierba
A escuchar viejas canciones
Me pregunto por las causas,
No encuentro las razones

Ya no paro en el camino
Si las prisas hoy me arrastran
Todo me lleva al destino
En que las costumbres cambian

Y cambian de qué manera
Que no encuentro parecido
Son los tiempos pasajeros
Las costumbres van con ellos

RafaCuevas

viernes, 14 de septiembre de 2012

Todos al 15-S


Compañeros del metal
Transportes o mimería
o aquellos que sin jornal
Se deciden por luchar
Y van a pasar el día
Convocados a la queja
Razón de su chillería
Lo mismo da trabajar
En paro o sin estudiar
Ciudadanos somos todos
Venimos a protestar
Y hacer la revolución
Que rompa algunos destinos
Para acabar con los sinos
Nefastos y viperinos
Que hacer nos quieren tragar
Que ¡vale! somos humildes
Pero no que nos asfixien
cuando nos vienen a dar
Y estos si dan ya sabemos
que les debemos hacer
¡Poner el mundo al revés!
A eso nos atenemos
II
Vamos pues el quince S
Allí todos a juntarnos
Para luego proyectarnos
Pues el que algo quisiese
Algo costarle le debe
III
Lo siento no voy a poder ir
no voy a estar en Madrid
Pero que tengan presente
Que yo los tengo en mi mente.

Rafael Cuevas

jueves, 13 de septiembre de 2012

Ignorancia, fe, orden, indiferencia


I
Sé que esto de rimar
Se me antoja algo difícil
Que necesita pensar
Mucho más que un  infeliz
Que toscamente remueve
Con la paleta el barril
De cemento y no se atreve
A tomar la pluma y pruebe
A ver si le es hostil
IGNORANCIA

II
Y lo mismo un buen cristiano
Ese que nació un buen año
Y creció con el tormento
de ser toda su vida un cuento

la que le obliga a ir a misa
a oir a hablar a un fulano
que sin temblarle la mano
amenaza a la sumisa
congregación de menganos
gente, que sin dudarlo
se lo cree sin pensarlo
FE

III
y también el bien pensante
que busca en todo su orden
sin importarle un instante
el que los otros zozobren
aplastados por su idea
como de una  “melopea”
Caduca, casposa y fea
ORDEN


IV
Pero vayamos más lejos
Ese es el mal sin botica
Que cure, al que necesita
Sanar la mente pensando
Que es la única postura
Que obliga la coyuntura
De estos tiempos que vivimos
Cargado de sinsentidos
INDIFERENCIA

Rafael Cuevas



miércoles, 11 de julio de 2012

Ahora vengo a resultas con el ocho

GUSTAVE CURBET "el desesperado"

Ahora vengo a resultas con el ocho
No tantos como para escribir un tocho
Ni para tener que pasar el mocho
Simplemente quiero mojar el bizcocho
Para eso te desabrocho
No quiero parecer un gocho
Aunque me ves aquí que acocho
Y parezca que trasnocho
La última vez que te vi el morocho
Hace lo menos dieciocho
Días que lo tenias pocho
Madre, que difícil es llegar al…

pintura de Coubert, "el nacimiento del mundo"
Rafael Cuevas

lunes, 25 de junio de 2012

Elogio de la bicicleta (un capítulo más)


Un día de fiesta por la mañana me dirigía al trabajo, sería como las diez horas aproximadamente y se respiraba en el ambiente ese cierto frescor tempranero tras unas jornadas lluviosas a pesar de lucir radiante el sol que se intuía podría llegar a calentar cuando avanzase más esta jornada de mayo, porque de momento, al deslizarme por las cuestas abajo entre la poca ropa de abrigo con que vestía me recorría un biruji que me obligó a parar y sacar el corta vientos de entre mi equipaje, algo que agradecí de inmediato y me hizo preguntarme por qué no lo había hecho antes, aunque ya tenía la respuesta:  luego me acaba sobrando…; es lo que tiene ir en bicicleta, es muy complicado acertar con el grado justo de abrigo, dado que por el hecho de tratarse de la realización de un cierto ejercicio físico se consume energía y parte de esta se transforma en calor, luego sudor, y si encima se añade al cuerpo ropa que no deje escapar ese calor, pues más sudor, pero en fin…, el caso es que iba paseando en actitud bici-lenta y observando…

Los que esperan el autobús me ven pasar y recorren con la vista acompañado con el semi giro de cabeza mi pasar por delante de ellos. Cuando se está en una parada de autobús todo es susceptible de ser mirado, ¿qué otra cosa se puede hacer? Yo por mi parte pienso que quienes quisieran bien pudieran seguir mi ejemplo y dejar plantado el odioso y caro transporte público. Quizás algunos de ellos me mirasen con una envidia no correspondida.
Varios paseantes de perro parece que se han juntado para realizar una cagada conjunta, de perros se entiende, así mientras los perros cagan, ellos conversan, tal vez después queden para tomar unas cañas o incluso para la cagada de la tarde.
Se nota, se nota que es festivo pues uno está acostumbrado a circular por este entorno de la casa de campo en días no festivos y en estos no se ven tantísimos corredores, paseantes y ciclistas. Imagino que muchos de ellos circularan por caminos internos lo que provocará un arrasamiento de los mismos por lo que no es raro ver los tantos senderos y caminitos convertidos en una extensa red de circuitos invasiva, tanta humanidad acaba con todo.
Lo que pasa es que yo voy por carretera y por ella es donde veo a los ciclistas de todo tipo. Uno de ellos con el que me cruzo, le veo excesivamente subido en el sillín, pero tanto, tantísimo, que le obliga a llegar al pedal casi de puntillas; éste pensará que no importa con tal de ser el que más estiliza con altura su culo sobre el sillín de la bicicleta, o puede que tenga algún problema en la rodilla. Otro sin embargo, lo lleva muy bajo y el pedalear le obliga a doblar en exceso las piernas, algo que no permite aplicar la fuerza necesaria de una manera más natural y que ambos de seguir así, conseguirían lesionarse en algún lugar, aunque sólo fuese una contractura.
Lo que me extraño, fue contemplar al ir acercándome a un trio ciclista, pero esta vez andando y, que uno de ellos avanzase empujando dos bicicletas, una en cada mano, mientras a su lado caminaba otro tipo; como es natural tiendo a interpretar la realidad a pesar de aparentemente no ser interesante, es tan simple como que en ese momento observaba la vida, pensé: -será que va hablando por teléfono, si ya, pero…, ¿por qué no empuja él su bici?, será que es un grupo compañeros de trabajo en el que es el jefe y se lo ha solicitado a su subordinado…, ¡qué triste es la sumisión laboral!...- en estas, me iba acercando y pude ver su pálida cara compungida y andar pesaroso, con su mano derecha introducida entre la ropa como tocando el corazón que se le habría disparado o colapsado, ¡esa era la razón!, le había dado un jamacuco y se dirigían al hospital que estaba cerca. Conclusión: hay veces que la gente se dedica a realizar esfuerzos físicos a los que no están acostumbrados y sufren desfallecimientos o malas respuestas de sus cuerpos y nadie nos podemos librar de esa posibilidad.
Prima la licra en este mundo de globeros con gafas con aspecto de guardaespaldas. Todos tan arregladitos, tan profesionales, con esas ropas específicas de marcas y publicidad chillonas, sus mochilas bidones a la espalda, sus cascos, algunos con su pañuelito a lo Pantani debajo, que queda tan mono; qué le vamos a hacer, es lo que hay, y de alguna manera hay que salir, ¿pero así…? ¡Nunca! Y mira tú que yo también practico la bici deportiva pero es que esta uniformidad es que no puedo con ella.

domingo, 27 de mayo de 2012

Elogio de la bicicleta (Ensoñación)



Un paseo mañanero aunque extenso se presentaba en esta mañana del primer día de Mayo con amenazante cielo semi nuboso me hizo prever el llevar un paraguas. Si, ya sé que es difícil rodar dando pedales, sujetando el manillar y el paraguas a la vez, pero preferí ser precavido que verme en medio de una carretera bajo un aguacero o bajo un árbol que amortigüe el chaparrón, algo a lo que ya me he visto obligado a padecer en alguna otra circunstancia y que termina por acabar uno empapado y todavía quedando la vuelta en esas condiciones luego… ¡resfriado seguro! Si lloviese, no circularía, pararía, sacaría el paraguas y esperaría que escampara. Lo amarré a la barra con unos elásticos y sobre ellos el flamante, radiante y maravilloso gadget recientemente adquirido, unos pequeños altavoces para mp3 que me disponía a probar en ruta y que ya sabía ofrecía un espectacular sonido, pero esta vez en abierto, al aire, lanzado a mis oídos y los de los demás, sin auriculares, significaba que esto era algo que pudiera ser agradable.

Me dirigía a un pueblo distante unos catorce kilómetros con intención de comprar allí unas rosquillas, compra que ya he hecho alguna que otra vez, las hacen muy buenas, como muy caseras y de paso…, me paseo. La ida la realizaba con viento en contra, fresco, hay que decirlo, y que este me impedía la escucha de la música de manera clara, además el recorrido consta de una importante bajada medianamente prolongada que acentuaba el golpeo del aire sobre las orejas, imposible era pues poder oír algo con nitidez. Ya sabía yo que la vuelta, con más tendencia a subir y llevar el viento de espaldas me supondría, por el lento discurrir, una mejora en las condiciones de escucha y efectivamente así fue; lo que aportaba una magia especial. Después de comprar las rosquillas volvía contemplando un entorno espectacularmente hermoso, las nubes amenazantes tras un brevísimo goteo parecían que se habían congraciado para mi placer, dejando paso a una calidez del ambiente acariciado por un tímido sol, lo suficiente para calentar suavemente, sin excesos, como diciendo:  -ya que vas pedaleando y es algo cansado, voy a templar mi potencia a la medida de tus esfuerzos, para que te sea agradable-  así era, una conjugación de los elementos con la afinidad, con el momento, con mi persona, con mis gustos. En parte yo influía seleccionando en el reproductor, mi ya de por sí seleccionada lista de reproducción a la que había titulado: “Porqué lo llaman Jazz, vol. 10” constando de una preciosa colección de canciones con la inspiración del canal de YouTube  “ky5m”con el que vengo últimamente disfrutando y no hay nada como contaminarse de un “virus” musical que contenga ingredientes que resulten gozosos para disfrutar alegremente del mismo; de entre ellas venía oyendo a Vladimir Shafranov “moon and sand” o a Armando Trovajoli  “GET ME TO THE CHURCH ON TIME” o “la matriarca (bossa nova)” que me aportaba ese punto de película amable en lo que todo puede pasar, pero no fue sino con Blue Bossa   Kenny Dorham   MJConte (Salsa Version) con lo que la cosa cobró una nueva dimensión que siguió con: “STRAIGHT INTO THE SUNRISE @ QUE PASA   GATO BARBIERI” y otros más, de manera que colocados en una especie de lanzadera sensorial poder alcanzar otros estados de la realidad; fue así cuando vinieron a posarse sobre el manillar dos pequeños gorriones que apresurados me dijeron piando, y que yo entendía:
-bonito día ¿verdad?- y escapar presurosos aleteando con gracia
-es cierto- respondí sin extrañeza levantando la cabeza buscándolos
Es cuando vi sobrevolando un ave con más cuerpo a escasos dos metros de altura, ralentizó su vuelo junto a mi paso, y la pude escuchar decir:
-bonito día para escuchar buena música.
Era como haber extraído del alma de lo vivo, gracias a unos sonidos musicales, una esencia comprensible y al alcance de todos.
En un gigantesco y florido prado pastaban unos caballos y burros en su maravilloso paraíso, no imagino que pudiera haber lugar más apropiado para su presencia, a pesar de tener la desagradable costumbre de cagar donde comen; levantaron la cabeza del grandioso plato de alimento cuando oyeron nuestra conversación y dijeron en coro:
-¡buenos días, hermano ciclista!
-¡buenos días! hermanos caballos y hermanos burros- respondí; de entre ellos había alguno “pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.” (*)
Un atrevido caballo trotó hasta el muro que delimitaba el hermoso prado con la carretera, a la vez que “por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla una bella mariposa de tres colores…” (*) y estirando la cabeza, me preguntó con casi incomprensible voz caballesca:
-¿Ese que suena es Lalo Schifrin el tema de  Cincinnati Kid?.
-Pues si quieres que te diga la verdad, no lo sé, pero si te interesa, paro y lo vemos…-respondí impresionado.
-No, no déjalo, pero creo que sí es, pertenece a la música de una película que protagonizó Steve Mcqueen. – y se volvió trotando alegremente unos metros atrás para seguir con sus mordiscos a la yerba verde y fresca.
La verdad es que sí parecía una música de película con ciertas dosis de épica. De inmediato sonó el archiconocido tema de misión imposible, recordé entonces que efectivamente había encadenado alguna canción de corte cinematográfico, y el caballo pudiera estar en lo cierto.
Iban pasando canciones y metros de ascensión con lenta armonía del entorno y las percepciones del mismo. Fue, llegado un momento al culminar en un recodo del camino próximo del final de la última cuesta, atravesando una pequeña nebulosa donde sufrí una especie de descompresión, y que junto con el final de la pila que terminó con el sonido, lo que acabo por extraerme de una ensoñación fantástica de la que venía gozando y me pareció, entonces, caer de golpe al otro lado del mundo.

Rafael Cuevas. 2 mayo 2012

Notas:
* De Platero y yo
Es cierto, todas las canciones en You Tube,


viernes, 11 de mayo de 2012

Pérdida


1
Estaba claro, la escena se desarrollaría bajo el estricto dominio de una de las partes, él se lo había planteado así previamente.
2
Ilusamente ella creía que la entrevista se podía desarrollar con la seriedad que merece un cargo y una empresa de esa categoría, dado que optar a ser ayudante de dirección de una multinacional japonesa, a pesar de que fuera en su departamento relativo a la sección Europea, con sede en este país y desde donde se gestionaba absolutamente todo lo de Europa, ésta debería tener un criterio de rigor a todos los niveles importantes.
1
Desde el departamento de relaciones y gestiones laborales, junto con el servicio jurídico le habían entregado el informe que solicitó en su día, en lo relativo a las relaciones laborales en vigor hasta el mismo momento del día de hoy, con sus novedades posibles, habidas y por haber, que él se había estudiado de pasada. Estaba al tanto de los cambios y conocía perfectamente la legislación al respecto.
2
Ella sabía que parte de la entrevista que estaba programada para las 11 de la mañana tendría lugar en la imponente sala de juntas en las que además de algún accionista participaría, el director adjunto, el abogado, un miembro del departamento de personal, la saliente ayudante y el director general con el que luego a solas tendría la entrevista personal definitiva.
1
Ya habían sido tres los anteriores candidatos a las que había tenido que entrevistar y con la de hoy, la cuarta y última de las que saldría elegida para el puesto. Qué duda cabe que todos estaban excepcionalmente preparados cada uno de ellos tenían un currículum increíble y todos eran merecedores del cargo, sobre todo el del primer día. Un abogado y licenciado en relaciones laborales, con siete años en cargos similares y un sin fin de masters y cursos de todo tipo, era cómo si su vida solamente se hubiera dedicado a engordar el currículum.  Demasiado bueno…, además de mediana edad, inglés, alemán y algo de japo…, buena presencia, aspecto juvenil y jovial, todo un portento. Con la última entrevista de hoy se culminaba el proceso que debiera de servir para descargarme gran parte del trabajo y así podría dedicarme a mis ociosas actividades de millonario. Llegado un momento en la vida, en la que la gran parte de ella me había dedicado a acumular dinero y descuidado mi aspecto ahora me urgía cuidarme y para ello disponía de mucho dinero y poco tiempo, por eso mismo la elección debería de ser certera y segura.
2
No pensé que esta entrevista fuese a ser tan sencilla. Lógicamente yo vengo preparada, era como poner las cartas sobre la mesa boca arriba, mi jugada tumbaría a cualquiera, el tener perfecto conocimiento de inglés, francés y Japonés, gracias a mis diez años que de jovencita universitaria estuve viviendo en Osaka, podría como han reconocido ellos mismos, decidir la balanza, además de mis dos carreras universitarias. Con la ingienería de telecomunicaciones que realicé en Japón, es que se les han caído la baba, eso sí, también los ojos a mi imponente escote, tengo que reconocer que tengo dos tetas muy bien puestas, de algo me tendrían que valer las horas de gimnasio y las dietas perpetuas para mantener tan esbelto este cuerpecito de 32 años.
Ya puede pasar Señora Sandra, el Señor HIROKI le está esperando…
-hola, de nuevo, ¿qué tal todo?
-bien, bien…
-la entrevista de la reunión… ¿impresionada?
-bueno, un tanto, lo cierto es que esta es un tipo de situación incómoda, pero creo que he estado convincente ¿no?
-he de reconocer que me ha impresionado, prácticamente tenía decidido el cargo pues no esperaba que se superara el nivel, pero el suyo me ha roto los esquemas, los supera con creces…
-gracias, pero no esperaba menos…
-muy bien, muy bien, me gusta esa seguridad en sí misma, le aporta a usted más convencimiento. Dígame, pues tengo que preguntárselo obligatoriamente, ¿está usted dispuesta a contestar preguntas de índole personal? Tenga en cuenta que la confianza en usted debe de ser extrema, y el grado de conocimiento personal suyo que nos vemos obligados a tener es necesario que lo conozcamos. Si no fuese así, me temo que no podríamos llegar al acuerdo laboral, compréndalo… imagínese que usted mantiene una creencia… ¿qué se yo…? ¿Religiosa…? Que le impediría comer cerdo los jueves, y ese día es cuando tenemos una reunión en la que estaría en juego un negocio de varios millones de euros, además se complementaría con una imprescindible cena en un restaurante, a modo de dorarles la píldora a nuestros posibles socios, que por otro lado son unos entusiastas degustadores de jamón de bellota y usted, la máxima responsable de la gestión no puede acudir, sus creencias se lo impiden o si fuese, se produciría un agravio, ¿qué le parecería? O incluso formar parte de alguna trama de ridícula corruptela, aunque esto siempre es superable y de fácil ocultación es algo que nos conviene saber, Ya sabemos que estos son ejemplos tontos pero es posible que haya otros mucho más claros y posibles…como…- e hizo un gesto de pensar uno, levantando la mirada.
- vale, vale, sí, claro que lo comprendo y lo entiendo y por supuesto estoy dispuesta a aceptarlo, pregúnteme lo que quiera.
-correcto. Por donde empezaríamos, -dijo mientras se acercaba unos papeles a la vista-. Bien, vale, de acuerdo, por ejemplo… ¿es usted, religiosa, practica alguna religión…?
-No, soy totalmente agnóstica y de familia de tradición cristiana, ni voy a misa ni practico ningún precepto religioso.
Hiroki apuntaba en un cuaderno…
-vale, es importante saberlo, ¿es usted, de derechas o de izquierdas? ¿A quién vota usted? ¿Y su familia?
Esta pregunta pareció incomodar un tanto a Sandra y estiró un tanto su columna vertebral aportándola tensión y lo que parecía una duda se resolvió con seguridad.
 –le seré sincero…
-si, por favor…
- en estas últimas elecciones he votado al partido P, en las anteriores al partido SOE, así que saque usted las conclusiones si le digo que soy una persona tolerante, con un límite, vamos liberal a la europea. Mi familia es de tradición de derechas, medio franquistas, tipo del Opus Dei.
-ya, ya, vale, ¿enfermedades…? Aunque veo que goza usted de un estupendo estado de presencia, imagino que igual de salud… ¿no?
-dispongo de un seguro privado médico desde toda mi vida, siempre he estado pasando controles y chequeos periódicos rutinarios, en el currículum los incluí como pedían, y no sufro de ninguna enfermedad ni alergia…
-vale, vale estupendo- y seguía tomando apuntes.- otra cosa, y le ruego que disculpe, pero como bien le decía antes es estrictamente necesario conocerlo, he comprobado que usted no está casada, ¿tiene pareja?, ¿la podrá tener recientemente? ¿Cuál es su condición sexual? ¿homo? ¿hetero? ¿tiene previsto tener hijos?
Sandra, empezó a alucinar pensando que estaba cediendo parte de su integridad al tener que estar contestando aquellas “preguntitas”, pero por otro lado comprendía igualmente de la necesidad.  Los quince mil euros mensuales que le habían prometido de sueldo pesaban mucho en aquellos momentos, pero más pesaba su pequeña hijita  Mina de cinco años que tenía y que no había “confesado” en el currículum. Fue un desliz que estaba pagando caro, su grandiosa vida laboral se podría venir al traste si se supiese, pero adoraba a su hija que apenas veía, se la cuidaban sus padres que vivían lejos y deseaba para ello grandes lujos que necesitaba poder permitírselo. Se acordó, entonces de su niña cuando le respondió:
-Entiendo la necesidad. ¡No!, aunque quisiera ser madre alcanzo a entender la imposibilidad de no serlo en situaciones de responsabilidad como la que me obligaría este cargo. Por otro lado no tengo pareja actualmente, ni mantengo ningún contacto posible de que se pueda desarrollar y soy una persona de condición heterosexual.
A Hiroki todo le gustaba y convencía de Sandra pero le quedaba una última pregunta que hacerla para decidirse completamente. Se quitó las gafas de cerca y las deposito cuidadosamente sobre un lado de la mesa. Hiroki tendría sesenta años, bien conservados, natural de Salamanca, y su nombre completo era Hiroki José, sus padres le habían puesto lo de hiroki en homenaje a un político Japonés responsable durante la segunda guerra mundial de la propaganda ideológica del régimen del Emperador, con el que mantuvieron amistad tras las reuniones que este tuvo con homólogos del régimen de Franco. A él nunca le gusto ese nombre, pero cuando a través de muchos negocios acabó por dirigir ese departamento de una empresa japonesa, le pareció bien el usarlo como nombre de pila, era muy apropiado. Hiroki se acercó a la mesa, apoyo los antebrazos cruzando las manos y estiro el cuello cuando le preguntó:
-¿Estaría usted dispuesta a realizar favores sexuales a cambio de beneficios que considere merecen la pena? Por ejemplo…, la consecución de este contrato de trabajo tan sustancioso…
Sandra se acordó de su hija Mina, de todos sus años de preparación, de un futuro incierto o cuanto menos más alejado de la élite social, bajó un poco la mirada, pero poco y respondió:
-Sí.
Rafael Cuevas

domingo, 6 de mayo de 2012

Fue como un sueño, un mal sueño


Como tantas veces en sus ciclos de sueño, aunque últimamente permaneciera la inquietud como postura dominante, Carly repetía con ensoñaciones próximas a una aparente veracidad lo que le había afectado, sin saber muy bien porqué. Tal vez se le fijara en el subconsciente y cobrara caprichosa presencia, son las cosas que tiene el subconsciente, vive libre y alegre, viene y va cuando le cuadra. Esa noche parece que le dio por venir ¡y de qué manera!, trayendo escenas en las que presenciaba, reviviendo, los sucedidos. Un salón de bar, no muy grande con una rojiza luz cálida y leve, como de velas, aunque suficiente para iluminar a todos, contenía a un grupo de gente, unos diez o doce, en una aparente arenga, en la que se repartían los papeles para una persecución, armados y seguros. Demasiada gente para RAY que buscaba con un insólito y suicida atrevimiento la culminación de su venganza. Antes pudo comprobar con sus propios ojos como a su amigo, quien él mismo había involucrado en los designios de la fatalidad, a base de torturas, aquellos que ahora se encontraban en el interior de aquel estrecho bar le habían quitado la vida y le mostraban para su escarnio, erguido en un ridículo ataúd como insolente muestra de consecuencias ante futuros posibles desmanes de otros; qué era aquello sino una terrible demostración del poder y la manera de ejercer su domino, algo que  RAY  no estaba dispuesto a aceptar y se enfrentaba con orgullo y valor suicida, él sabía que hay veces que poco o nada importa la vida propia. Gracias a ese convencimiento se le otorgaba su hándicap de ventaja a sus violentos encuentros, formaba parte de su ser, de su historia, que en ese momento preciso estaba dispuesto a reconstruir de nuevo, tras su huidizo paso por la serenidad de una familia, la que le había alejado de su mala vida. Pero todo se había venido abajo, ahora sus circunstancias se lo demandaban, aquello era morir o morir, sus grandes valores arrastrados por la afrenta estaban por encima de su vida. A su favor, la sangre fría, su dominio atrevido, su aparente seguridad, su historia, su prestigio, su todo o nada; en su contra, doce contra uno; suficiente desventaja para prever su final.
Un visible rifle de dos balas rompe la atención en el bar, que ahora se dirige a un solo punto: la boca de ese cañón, que lentamente escudriña a quien destrozar el pecho. Con inquietud la línea recta que busca destinatario de la bala pregunta en su vaivén por el dueño del bar, que se acerca inocente, es el único desarmado, pero no es tiempo para noblezas, no hace falta apuntar, la presa está cerca, aun así, como regocijándose en la ejecución apuntando con exactitud le dispara a boca-jarro en el corazón. RAY no da explicaciones de nada y busca con su cañón de nuevo a Littlle Johnny a quien no conoce, de la mortal amenaza se apartan como aclarando el camino para llegar a la siguiente víctima, que se presenta como tal. Littlle Johnny es valiente como RAY, pero son dos fuerzas contrarias de la que sólo una podrá salir victoriosa.

-¿Por qué has matado a un hombre desarmado?
- ¿no era el dueño del local?
-¡Si, pero no llevaba armas…!
- Aquel, quien exhibe a la puerta de su bar a mi amigo de esa manera, debería de estar armado…
Littlle Johnny, entonces, se le acerca enfrentándose a él, diciéndole:
-Usted es Ray Mannie de Missouri, el asesino de niños y mujeres...
-Así es...
-solo le queda una bala, ¡chicos!  Cuando me dispare a mí, lanzaros a por el - dijo vehementemente agitado y con las manos a punto de desenfundar su pistola. Parecía tener un improvisado plan por que salir airoso de la imposible situación de un rifle apuntándole a dos metros de su pecho. Ray se concentraba en apuntarle despacio como quien goza el momento de su terrible venganza, seria y segura. No lo duda y aprieta el gatillo, pero la bala no sale. Es el momento de que la jauría humana se abalanzase sobre él, a la vez que todos sacan sus armas. Con seguridad da un paso atrás doblando una rodilla mientras le lanza el ya inútil rifle a la cara de Littlle Johnny, esto es algo que despista lo suficiente a todos  para que RAY eluda la primera avalancha y le sirva para desenfundar su pistolón y escupir certeros disparos que eliminan a los ahora sorprendidos adversarios. Primero a Little Johnny, que cae contundente en el centro, seguido de otros cuatro más. Mientras él sabía dónde disparar y donde protegerse, los demás  buscaban inútilmente a su oponente, que con seguros disparos y movimientos los eludía.  Alguna bala, no sé si perdida o intencionadamente dirigida, traspasó el papel donde esto escribo, llevando a su paso letras que eran recuerdos, que se estaban grabando en tiempo real. De la televisión brotaban, vísceras arrastradas por trozos fundentes de plomo despedidos por enrabietados golpes de gatillo.
Hubo una pausa repentina para este intenso y efímero momento; ya no eran doce sino siete los que veían la efectividad de RAY, que había terminado con su líder y sus más bravos compañeros. El miedo los agarrotó, ellos no eran asesinos, sino simples vecinos airados, que temían por sus vidas, si sus razones se hubieran armado de ventajas hubieran seguido adelante, pero la situación era la misma que antes de las cinco muertes. Ray advierte a los temerosos de su final, estos vencidos bajan las manos y tiran las pistolas al suelo, no tendría sentido llegar a lo mismo, no hay sacrificio posible y salen asustadizamente arrastrados del sitio en el que se había desencadenado la sanguinaria masacre. Ray, recoge un rifle del suelo y se acerca a la barra, busca una botella de Whiskey dando la espalda como si ya nada le importara, ni su miedo, ni su rabia, a la consecuencia de su ira desparramada por el suelo. Se sirve y se bebe dos vasos con tranquilidad, pero…, Littlle Johnny mal herido intenta desde el suelo levantar la pistola que tiene en su mano, Ray lo percibe, da un rápido giro y le pone su bota en el antebrazo para impedírselo, a la vez que le apunta con la pistola que contiene la única de las seis balas que le quedaban en ella. Le apunta al pecho de nuevo y le dispara sin dudar. Mientras sale del local, va relatando por la calle a viva voz lo que les pasaría a quien se atreviera a impedir su huida. Hay entonces, quien semi oculto en una calleja le tiene a tiro, en el punto de mira, puede dispararle, no lo hace…
Para, total, llegar a verse arrastrado a la soledad huidiza del tiempo que se va, nos lo dice el  crepúsculo enrojecido por un sol decadente, él ya lo sabía, era la base de su última demostración de valor, su brevedad, es su resignado triste final.
Rafael Cuevas

lunes, 9 de abril de 2012

ELOGIO DE LA BICICLETA 2ª entrega

11
Sería por proceder, haberme criado en un barrio que se tenía por ALTO, y que efectivamente lo era, lo que por otro lado quiere decir que tenía muchas cuestas, ese gran enemigo ciclista; tan es así, que en cierta ocasión me vi descendiendo por una de ellas a una velocidad que aumentaba directamente proporcional con la longitud de la misma, sin oír los gritos y carreras de mi hermano tras de mí. Bastante tenía yo con mantener el equilibrio, que entonces era a lo único que prestaba atención, lo que me despisto, por un lado de no apretar el freno y por otro de no dejarme caer escorado, lo que hubiera evitado el aumento progresivo de la velocidad y por lo tanto la fuerza del impacto que veía inminente al acercarse el muro, la pared, de ese bar de la esquina (El Paleto de Ávila) con el que medí la dureza de mi cuerpo y que no fue mucha a tenor de los dolores, los llantos, los chichones sangrantes con los que fui llevado ante mi Santa Madre y que una vez más me recibió en su seno y calmó mis pesares. Fueron los albores de un aprendizaje que entraba con sangre dado que, ¡chico…! que complicado era aquello de guardar el equilibro en la bicicleta, si además hay que estar pendiente del freno, dar pedales, cambiar de dirección…

12
Aún recuerdo el día en el que nuestro querido J.A. llegó a nuestra casa del pueblo y asomo el pescuezo a la nave donde guardamos las bicicletas, ante la contemplación de las mismas, exclamó: -¡pero que tenéis aquí!, ¿un taller clandestino de bicicletas?- Lo cierto es que en esa nave se acumulaban ocho o nueve de ellas, aunque no todas eran nuestras, “lomenos” cuatro pertenecían a los vecinos y sus hijos, pero es cierto que sorprendían tanta cantidad juntas en un cuarto tan pequeño y su reacción, como tantas que el tiene, fue muy graciosa, de la que me acuerdo a menudo.

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Había en mi padre algo de ciclista que yo nunca conocí, o al menos no lo pude ver contemporáneo a mi infancia, pero él venía de un pasado en el que la bicicleta había tenido importancia en su vida como en la de tantos hombres de su generación en edad de circular, allá por los años 50 y más; yendo él a parar en su servicio militar en el Regimiento Cantabria 39 ubicado en Toledo y convertido en ciclista por el cuarenta y tantos, donde entonces tendría tanto que capear en esa infantería ciclista. Contaba mucho la anécdota de cierto día en el que tras mucho pedalear pararon a descansar en una sombra, incluso echaron una cabezada de sueño. Por último tras el relax al haberse quedado fríos, intentaron volver a tomar las bicicletas, esto les resulto casi imposible al habérselos agarrotados los músculos, cosa que sucede normalmente si antes no se ejecutan unos simples ejercicios de estiramientos y que por aquel entonces puede que se desconocieran de la práctica deportiva.

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Animado por P., mi hermano pequeño, realicé la mejor inversión económica que he podido hacer en mi vida: adquirir una nueva bicicleta. Fue en una gran superficie comercial, me costó treinta mil pesetas. Una Conor gris que incluía en el bajo de la botella de agua, a modo de camuflaje, un conjunto de herramientas ciclistas. No se puede decir que fuera de las primeras mountain bike que se empezaron a ver por aquí, pero sí de las segundas, por lo que se puede interpretar que no fui pionero, aunque sí seguidor inmediato. No sé cuantos kilómetros pude realizar con ella durante los aproximadamente veinte años que me duró hasta que me la robaron de el garaje en la que la guardaba, pero estoy en condiciones de decir que seguramente han sido los más deliciosos, dado que fue con esta máquina con la que pasee a mis hijos en su más tierna infancia, montados en el artilugio que fabricamos para poder transportarlos con seguridad y, ahora que caigo, no he vuelto a ver por ningún lado. Se trataba, en su primitivo y primer proyecto, de un soporte sujeto a la barras del cuadro, coronado por una especie de caja, acolchada en la base de sentarse y formada por barrotes de madera que era donde se introducían los niños. Este, al estar delante de mí y casi abrazado al mismo mientras se agarra el manillar, aportaba una seguridad y confianza extra que me hacía pasearme con los niños, por cualquier sitio lleno de orgullo y satisfacción, a pesar de verme obligado al pedalear a abrir un tanto las piernas. Tan a gusto debían de sentirse ellos montados en aquello que había veces que en algún largo paseo, hasta llegaban a dormirse –eran pequeños- de tal manera que debía de irlos sujetando al dar sus cabezadas somnolientas. A medida que iban creciendo estos ocupaban otro espacio en la bicicleta, que era el trasportín trasero y no fueron pocas las veces en los que con ambos, -uno, el pequeño, delante y el otro mayor, atrás-, recorrimos juntos deliciosos trayectos ante la admiración y sorpresa de quienes nos cruzábamos.
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Muchas veces he recorrido el trecho que nos separa de la peña de Cenicientos con el pueblo, aproximadamente cinco kilómetros y medio, eso sí, todos de ascensión, con algunos tramos de terrible cuesta empinada, entre el  17% y el 20 %, que para quien no lo sepa, quiere decir, que en cien metros lineales, se ha subido diecisiete o veinte verticales y que hasta los puertos más duros de cualquier prueba ciclista, ninguno pasa del 18% ó el 20 %,, aunque claro, llevando a sus espaldas unos cuantos kilómetros más.
Bueno el caso es que, -pongamos-, decenas de veces que la he subido, he disfrutado como un “enano” y que me ha pasado de todo –imagínate tú-, he pinchado, me he caído, me he cruzado con jabalís, con un ciervo, serpientes, con un amigo que hacía mucho que no veía –sorpresa-, me ha llovido, tronado, nevado, asfixiado de calor, anochecido, he contemplado un mar de nubes, cruzado con una montería, he visto florecer las hojas y verlas caer, derrapado, grabado en vídeo, en audio, fotografiado, bañado, embarrado, he oído en el mp3 cientos de canciones, otras veces, miles de sonidos camperos, me he sentido absorbido por la acústica, he tardado mucho y poco, siempre me he negado a poner el pie en tierra por despacio que fuera, pero muchas he tenido que hacerlo, me he cruzado con gentes y ciclistas que subían o bajaban, con montañeros, excursionistas, con moteros, con quad-eros, a caballo, en camión, en todos terrenos, andando y corriendo, con mis entrañables paseantes de siempre, conozco cada curva, recodo y distancias con asombrosa precisión, donde hay agua, crecen setas, orégano, los caminos adyacentes, en fin, está claro.


jueves, 8 de marzo de 2012

PARA TI, que solo tienes 18 años cumplidos...

Este pasodoble de la comparsa La Serenissima, de Juan Carlos Aragón, lo he tomado prestado para dedicársela a quien él sabe, a ver si así se enfrenta con una verdad reconocida desde tantos sitios y personas, en este caso el genial compositor de esta comparsa lo afronta desde el humor y el "cashondeo" propio de los carnavales de Cádiz pero no descuida el mensaje, es más, lo reafirma. 
El vídeo esta tomado del igualmente grandioso y digno de agradecer cuenta de youtube de 71javier, hay que visitarlo para poder apreciarlo.
Por mi parte, simplemente lo he subtitulado, y aunque en los subtítulos esta transcrito lo que se canta en este peculiar y genial lenguaje italo-gaditano, creo que se entiende perfectamente lo que se dice
Pues eso, para ti...
RfCs.


miércoles, 15 de febrero de 2012

ELOGIO DE LA BICICLETA

Elogio de la bicicleta
1
No le tengo cariño a la máquina, es más, me parece ridículo quien alardea de hacerlo y hasta le pone nombre, porque una de dos, o se tiene tanto corazón que es capaz de abarcar con ternura y cariño hasta las simples cosas o, se es un imbécil triste desgraciado que vuelca sus frustraciones en semejantes demostraciones de afecto, y en ambas hay algo que chirría. No se le puede coger cariño a una máquina si anteriormente no se han dado muestras de haberlo vertido en exceso hacia sus semejantes y como esto nunca es posible, lo otro no es sino una perversión del personal mundo de las emociones con lo que uno se interrelaciona. Dejémonos pues de alardes de tal índole y vayamos a la realidad de la relación hombre-bicicleta que no es otra que la que se tiene con una herramienta que dispone de unos cuantos mecanismos sencillos y cuya función es la de servirnos de vehículo para desplazarnos y trasportarnos de un lugar a otro, donde esa herramienta en cuestión debe de estar ajustada para que de acuerdo a nuestras exigencias responda con precisión.

2
La cosa cobra una especial dimensión cuando saliendo de lo estrictamente mecánico y físico de la relación, se alcanza estados relativos a las percepciones y emociones personales del ciclista, sirva como ejemplo retrotraerse a la infancia, cuando la bicicleta representaba diversión.
Es cierto que en tiempos pretéritos se disponía de un ímpetu, un impulso vital que traíamos “de serie” junto con la capacidad física. Nadie nos enseñó a manejar con corrección a la máquina y recuerdo aquellos despropósitos, como la imposible relación plato-piñón subiendo la cuesta y su consiguiente suplicio y aborrecimiento o, las incómodas posturas con las que circulábamos que nos habrían provocado insufribles lesiones de por vida si las tuviésemos hoy, pero aquellos eran tiempos en lo que lo importante eran otras cosas; quien tuviera una bici tenía una joya, pero no se sabía que esta era un diamante en bruto. Tal vez por eso se produjeron en quien no supo verlo desafecciones o no se supo valorar su grandeza intrínseca.

3
El otro día coincidiendo con una serie de circunstancias adversas tuve que dejar de lado mi habitual rutina ciclista con la que vengo disfrutando de un tiempo a esta parte y sentí una incómoda sensación cuando me vi relegado al prosaico mundo de los viandantes en el que con la lentitud de los pasos propios de caminar, debía recorrer una aburrida ruta; qué aburrido, pesaroso y vulgar me supuso ese trámite de respiración pausada. Algo que me reafirmaba en mis convicciones bicicleteras.

4
Cuando uno se eleva un tanto sobre el suelo, (muy poco, escasamente medio palmo) y encima al alzarse planta su entrenado soberano sobre un sillín, ve las cosas de diferente manera.

5
Para esto de la bici habría que empezar por tener un cierto estado de forma, el cual no sabría decir si para alcanzarlo ha resultado muy costoso o no, pues, este parece diluirse en la cotidiana rutina que lo mantiene. Lo que si se puede decir con rotundidad es, que el haber huido del vicio del tabaco ha resultado ser de imprescindible importancia para ello; siendo esto algo parecido a romper esa bola cautiva que arrastra un preso y le mantenía hasta entonces limitado en sus movimientos. Bien es cierto que desde la óptica del quien sólo alcanza a ver el horizonte desde la llanura no es nada parecido con lo que lo logra ver desde las cumbres.

6
Algo muy a tener en cuenta cuando se decide el uso de la bicicleta como vehículo es la disponibilidad de su presencia, esto es, el tenerla a mano. Nada nos desanimaría más que el ir a buscarla a un garaje incómodo y lejano, para cojerla, para dejarla. He de reconocer que en mi caso si no hubiera sido por el haber hecho de la bicicleta un inquilino más en el interior de la vivienda y pasar a ser, fuera de su utilidad, un molesto trasto que siempre estorba, no habría formado parte continua de su maravillosa circunstancia.

7
Éramos niños, en la única habitación de la que disponía nuestra vivienda, siendo esta una humilde casa baja (aunque con patio), jugábamos los tres hermanos que en ella dormíamos. Muchas veces, quizás –visto hoy- resultaran pocas, guiados por nuestro maravilloso capitán –mi hermano mayor- a la tenue luz del atardecer, en una semioscuridad, jugábamos que en nuestra mágica ilusión estábamos en el interior un submarino, y sería esto tal vez, por haber visto las tantas películas de guerra, en la que la acción se desarrollaba alrededor de semejantes artilugios marinos, tan llenos de relojes y utensilios mecánicos, ruedas que habrían puertas, movían motores, subían periscopios. Nosotros utilizábamos la bicicleta, -la única que teníamos para los tres- a la que se le daba la vuelta apoyada ahora sobre el manillar y el sillín, subida sobre la mesa, de manera que estuviera al alcance de nuestras manos, las bielas y las ruedas, y como si mecanismos de los submarinos de tratara nosotros girábamos y maniobrábamos como marineros. Sería también, que debido a esa magia que sentíamos tanto y tan íntima por lo que casi siempre a nuestro capitán le entraban ganas de cagar y tenía que abandonar el barco rompiendo el hechizo con su marcha. Era la bicicleta una máquina, convertida por encantamiento, en algo fascinante gracias a que nosotros nos encargábamos de dejarnos llevar por un prodigioso embrujo.

8
Pasaron los años y con ellos las inquietudes infantiles se convertían en desquiciados proyectos juveniles, como aquel en el que pretendíamos construir un torno de cerámica de manera tal, que queríamos sustituir la pesada piedra que se tiene que patear para hacer girar la base sobre la que se apoyan para moldear los cacharros de barro, con los que construiríamos vasijas y demás, sustituir digo, por el elemental mecanismo de biela, pedal, cadena y piñón; con todo esto ensamblado y nuestro impulso hacer rodar ese torno. Como la vieja y ya oxidada bicicleta a base de pasar los inviernos a la intemperie había pasado a parecer inservible, no se nos ocurrió otra cosa que utilizar sus piezas para semejante hazaña inventiva. No es necesario entrar en pormenores para decir que el proyecto terminó a medias, con la bicicleta, sesgada por varios sitios, en la basura. En este caso la misma nos sirvió como una ingeniera, o ingenua, ilusión de proyecto alfarero.

9
En cierta ocasión vi una foto, de estas que circulan por Internet, en la que se veía una bicicleta que estaba absorbida en el interior del tronco de un árbol. Alguien debía haber olvidado una vieja bicicleta apoyada sobre ese árbol, y este con los años, al ir creciendo, habría dividido su tronco e iba envolviendo a la bici hasta elevarla en su crecimiento unos metros del suelo y parecer formar parte del mismo tronco. El curioso trabajo del azar, de la dejadez o de la premeditación nos dejó una imagen impagable de la bicicleta en semejante estado.

10
Otra vez, siendo casi adultos, -uno nunca llega a ser adulto del todo (afortunadamente)- y fumador empedernido –el mundo me había hecho así- decidimos recorrer una pequeña isla de las baleares, -es tan pequeña que se rodea en un par de horas, a lo sumo tres- para lo cual nada mejor que alquilar unas bicicletas por un día, es algo que sale económico y da mucho juego. Al principio circulando por el llano lo tomamos con gran ímpetu que fue decayendo con el tiempo y sobre todo por la cuesta que nos llevaba a la pequeña montaña situada al norte y que posee unos cortantes acantilados impresionantes; es tan pequeña como subir a un décimo piso, pero por una sinuosa carretera rodeada de pinos. Al poco de enfrentarnos con la subida, pudimos comprobar como en una bicicleta de paseo sin cambios, o se gozaba de gran fortaleza física o se disponía de un método que aplicar al ascenso, como por ejemplo mantener un ritmo pausado y continuado, sin preocuparte tanto de lo que tienes delante, que era el que tenía P.L. y que nos dejó boquiabiertos por su hazaña, mientras los demás sufríamos lo indecible, con terribles dolores de piernas y falta de aliento, que nos obligó, por último, a subir andando. Este suceso me vino a enseñar en su día lo importante de dosificar el esfuerzo sobre la bicicleta siendo esto algo que requiere de un método a aplicar, manteniendo “un ritmillo”, cada cual el suyo, con el que no sufrir tantas penurias que al final acaban por minar la simpatía ciclista.
continuara...