domingo, 27 de mayo de 2012

Elogio de la bicicleta (Ensoñación)



Un paseo mañanero aunque extenso se presentaba en esta mañana del primer día de Mayo con amenazante cielo semi nuboso me hizo prever el llevar un paraguas. Si, ya sé que es difícil rodar dando pedales, sujetando el manillar y el paraguas a la vez, pero preferí ser precavido que verme en medio de una carretera bajo un aguacero o bajo un árbol que amortigüe el chaparrón, algo a lo que ya me he visto obligado a padecer en alguna otra circunstancia y que termina por acabar uno empapado y todavía quedando la vuelta en esas condiciones luego… ¡resfriado seguro! Si lloviese, no circularía, pararía, sacaría el paraguas y esperaría que escampara. Lo amarré a la barra con unos elásticos y sobre ellos el flamante, radiante y maravilloso gadget recientemente adquirido, unos pequeños altavoces para mp3 que me disponía a probar en ruta y que ya sabía ofrecía un espectacular sonido, pero esta vez en abierto, al aire, lanzado a mis oídos y los de los demás, sin auriculares, significaba que esto era algo que pudiera ser agradable.

Me dirigía a un pueblo distante unos catorce kilómetros con intención de comprar allí unas rosquillas, compra que ya he hecho alguna que otra vez, las hacen muy buenas, como muy caseras y de paso…, me paseo. La ida la realizaba con viento en contra, fresco, hay que decirlo, y que este me impedía la escucha de la música de manera clara, además el recorrido consta de una importante bajada medianamente prolongada que acentuaba el golpeo del aire sobre las orejas, imposible era pues poder oír algo con nitidez. Ya sabía yo que la vuelta, con más tendencia a subir y llevar el viento de espaldas me supondría, por el lento discurrir, una mejora en las condiciones de escucha y efectivamente así fue; lo que aportaba una magia especial. Después de comprar las rosquillas volvía contemplando un entorno espectacularmente hermoso, las nubes amenazantes tras un brevísimo goteo parecían que se habían congraciado para mi placer, dejando paso a una calidez del ambiente acariciado por un tímido sol, lo suficiente para calentar suavemente, sin excesos, como diciendo:  -ya que vas pedaleando y es algo cansado, voy a templar mi potencia a la medida de tus esfuerzos, para que te sea agradable-  así era, una conjugación de los elementos con la afinidad, con el momento, con mi persona, con mis gustos. En parte yo influía seleccionando en el reproductor, mi ya de por sí seleccionada lista de reproducción a la que había titulado: “Porqué lo llaman Jazz, vol. 10” constando de una preciosa colección de canciones con la inspiración del canal de YouTube  “ky5m”con el que vengo últimamente disfrutando y no hay nada como contaminarse de un “virus” musical que contenga ingredientes que resulten gozosos para disfrutar alegremente del mismo; de entre ellas venía oyendo a Vladimir Shafranov “moon and sand” o a Armando Trovajoli  “GET ME TO THE CHURCH ON TIME” o “la matriarca (bossa nova)” que me aportaba ese punto de película amable en lo que todo puede pasar, pero no fue sino con Blue Bossa   Kenny Dorham   MJConte (Salsa Version) con lo que la cosa cobró una nueva dimensión que siguió con: “STRAIGHT INTO THE SUNRISE @ QUE PASA   GATO BARBIERI” y otros más, de manera que colocados en una especie de lanzadera sensorial poder alcanzar otros estados de la realidad; fue así cuando vinieron a posarse sobre el manillar dos pequeños gorriones que apresurados me dijeron piando, y que yo entendía:
-bonito día ¿verdad?- y escapar presurosos aleteando con gracia
-es cierto- respondí sin extrañeza levantando la cabeza buscándolos
Es cuando vi sobrevolando un ave con más cuerpo a escasos dos metros de altura, ralentizó su vuelo junto a mi paso, y la pude escuchar decir:
-bonito día para escuchar buena música.
Era como haber extraído del alma de lo vivo, gracias a unos sonidos musicales, una esencia comprensible y al alcance de todos.
En un gigantesco y florido prado pastaban unos caballos y burros en su maravilloso paraíso, no imagino que pudiera haber lugar más apropiado para su presencia, a pesar de tener la desagradable costumbre de cagar donde comen; levantaron la cabeza del grandioso plato de alimento cuando oyeron nuestra conversación y dijeron en coro:
-¡buenos días, hermano ciclista!
-¡buenos días! hermanos caballos y hermanos burros- respondí; de entre ellos había alguno “pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.” (*)
Un atrevido caballo trotó hasta el muro que delimitaba el hermoso prado con la carretera, a la vez que “por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla una bella mariposa de tres colores…” (*) y estirando la cabeza, me preguntó con casi incomprensible voz caballesca:
-¿Ese que suena es Lalo Schifrin el tema de  Cincinnati Kid?.
-Pues si quieres que te diga la verdad, no lo sé, pero si te interesa, paro y lo vemos…-respondí impresionado.
-No, no déjalo, pero creo que sí es, pertenece a la música de una película que protagonizó Steve Mcqueen. – y se volvió trotando alegremente unos metros atrás para seguir con sus mordiscos a la yerba verde y fresca.
La verdad es que sí parecía una música de película con ciertas dosis de épica. De inmediato sonó el archiconocido tema de misión imposible, recordé entonces que efectivamente había encadenado alguna canción de corte cinematográfico, y el caballo pudiera estar en lo cierto.
Iban pasando canciones y metros de ascensión con lenta armonía del entorno y las percepciones del mismo. Fue, llegado un momento al culminar en un recodo del camino próximo del final de la última cuesta, atravesando una pequeña nebulosa donde sufrí una especie de descompresión, y que junto con el final de la pila que terminó con el sonido, lo que acabo por extraerme de una ensoñación fantástica de la que venía gozando y me pareció, entonces, caer de golpe al otro lado del mundo.

Rafael Cuevas. 2 mayo 2012

Notas:
* De Platero y yo
Es cierto, todas las canciones en You Tube,


1 comentario:

Juan Antonio H. dijo...

La fusión perfecta de ecología, deporte, arte, sueños y un punto en el firmamento que viene a decirnos que todos somos, prescindible e imprescindibles, pequeñas cosa que nos dice que la felicidad no esta en lo inalcanzable…que puede estar dentro de tu ensoñación, o lo que es lo mismo el goce de lo inmaterial.
Salud