martes, 13 de diciembre de 2011

Restaurante El Vergel, cricro-nica

Critica del Restaurante Vegetariano El Vergel, Pº de la Florida, Madrid


Habiendo comprado un cupón vía Offerum, de una cena para dos por 25 euros, nos decidimos a gastarlo en la noche de ayer 9 de diciembre.
Primero para quien no lo sepa, hay que decir que es esto de Offerum. Se trata de un portal de Internet que consiste en ofertar promociones variadas, desde un restaurante, una casa rural, un espectáculo flamenco, etc, en fin, muy variadas. Estas ofertas, las publicitan en su página o te la mandan por correo si te suscribes a ella y tienen un plazo de tiempo disponible para adquirirlas. Si uno se decide por cualquiera, hay que comprarla con tarjeta de crédito, más tarde te envían a tu correo-e un cupón, el cual hay que imprimir. Con este cupón, en el que indica el teléfono de el promotor y al que hay que llamar para solicitar la reserva, es el que se debe de presentar físicamente en el local en cuestión como pago, teniendo en cuenta que tiene un periodo de caducidad, vamos que hay que gastarlo en un plazo que dependen de las ofertas, el del restaurante era de dos meses, pero otros pueden ser para todo un año.
Llegamos e indicamos que veníamos de Offerum -conviene advertirlo pues realmente la atención es posible que se ciña a la oferta-. La nuestra incluía un menú para dos personas consistente en dos platos principales, y dos entrantes o de degustación, bebida (vino, cerveza o agua) pan y café o infusión y todo por 25 euros. Ya conocía el local, aunque no el restaurante, pues este se encuentra en la planta baja-sótano, en la superior dispone de una tienda de todo tipo productos que uno se pueda imaginar de el mundo de vegetarianos, macrobióticos, integrales, ecológicos, muy completa para, supongo, una ciudad como Madrid.
Nada más sentarnos y dejarnos las cartas sobre la mesa, nos asalto una señora que se presentó ante nosotros diciendo que echaba el tarot en una esquina, - esas eran otras cartas-, que si decidíamos hacerlo se lo dijésemos, que eran 10 euros, patatín, patatán. Me extrañó y me sorprende que se sigan mezclando este tipo de cosas como esta burda y pretendida adivinación y lo esotérico, con la alimentación vegetariana, no lo entiendo o, era casualidad.
Ya que no conocíamos el funcionamiento del restaurante, le preguntamos cómo al camarero, nos respondió diciendo que debíamos pedir dos platos principales, para que dependiendo de cuales eligiéramos, nos traerían otros tres de degustación, con los que nos sorprenderían, supongo que se debería a la conveniencia de la mezcla y no a dar salida a sus stocks ¿o si?
-¿Cuáles son entonces los principales y cuáles los entrantes? –pregunté mirando a la carta.
-Todos son principales- me respondió.
-¡uhnn! Vale.
De entre una musaka de verduras, una lasaña y una berenjena rellena de pisto, elegí a la berenjena. M. se decidió por unos espaguetis con salsa “al pesto” con albahaca.
Tras anotar nuestra selección se produjo una breve pausa, justo el tiempo de contemplar el local, el cual con una iluminación tenue que apagaban pañuelos y telas que cubrían las lámparas, dejaba ver unos muebles un tanto destartalados y usados, sin apenas elegancia, modernidad o gusto que los hicieran parecer atractivos, aunque si funcionales. Un detalle, las sillas colocadas a 45º del frente de las mesas. Sobre ellas una serie de salsas, para añadir a los platos, de soja, de módena, tabasco, aceite puro de oliva, etc, en abundancia y a nuestra disposición, lo que hacía preveer cierta generosidad en su proceder.
El vino, no era un uno cualquiera, se trataba de ¡UN CORUCHO! El particular, único y delicioso caldo de nuestro pueblo Cenicientos. ¿Porqué allí ese vino? Pues porque se trata de un vino que goza del sello oficial del consejo regulador de productos ecológicos, y lo que ello conlleva, igualmente de entre las virtudes de las que dice tener este local, es precisamente la de presentar productos ecológicos, y tener elaboraciones naturales, algo que pudimos comprobar en esta primerísima impresión que nos llenó de satisfacción, pues el vino lo conocemos sobradamente y sabemos de sus grandezas.
Sin grandes esperas, más bien con brevedad (podíamos decir que había media entrada en el local, en esta hora punta de un viernes, 22.00 hrs), nos trajeron los entrantes “sorpresa”,
1º Una ensalada bastante completa con un rulo de queso de cabra coronado con cebolla caramelizada y una salsa morada entre agria y dulce.
2º Dos pimientos del piquillo rellenos de setas, con bechamel.
3º Dos escalopines vegetales (de trigo) junto a dos croquetas de crema de espinacas acompañado de salsa de tomate natural frío.
El que es de natural gustoso de lo vegetal, como es el caso, puede decir que todo, todo estaba, muy bueno, hasta la parte de los fritos, sabiendo que esto es algo que se presta a las freidoras con su consiguiente aceite saturado de grasas y sabores extraños, que se resumen a… ¡fritanga!, pero no, los fritos conservaban su limpio sabor y gusto, además de texturas definidas agradables al paladar.
Con todo esto ya habíamos quedado ciertamente satisfechos, pero aún tenían que servir los platos individuales seleccionados por nosotros y sin mucho tardar…
Los espaguetis de M. muy abundantes y sabrosos, cubiertos por una capa trasparente de verde intenso con concentración de tono en los perfiles; mi berenjena rellena de pisto, con decoración de rosas de ensaladas de dos tipos, bastante aceptable, aunque no rellena, sino cubriéndola el pisto, se dejaba comer igualmente con deleite por primorosa y agradable.
El menú incluía café y postre. M. pidió una infusión y yo un flan de queso, que a pesar de estar sabroso y dulce con profundo sabor a queso, me resultó, cosa rara tratándose de un flan, espeso y empalagoso.
Salimos, yo al menos, un tanto “implao” (que se dice) pero, o debí tener buena digestión, o la cena en esencia fue ligera, pues al poco me sentí especialmente aligerado tras tal nutrida comida.
Tratándose de menú nocturno en un restaurante un tanto diferente pudiéramos decir que la cosa estuvo aceptable por ese precio, no hay que olvidarse que era ¡un menú! Incluso que parte de los platos ni siquiera los elegías tú, en fin… Puntuación: Seis de diez, en los alimentos. Cinco de diez, por el local, sus efluvios de incienso y corrientes de aire. Seis de diez, por la atención.
Creo que parece una buena valoración, pues salí satisfecho.
Rafael Cuevas.

1 comentario:

Juan Antonio H. dijo...

¡Que asco! De comida tío, y porque digo asco porque lo has contado tan bien que perece que lo estaba viendo, donde esas croquetas de espinaca era lo único que me atraía. Me hizo gracia lo de la pitonisa…y aquello de “divino” presente, pasado, futuro y aquel tipo con una cara difícil de ver me recordaba cada día en el Avapies.

PD. Si lo miras fríamente 14,50 ctms. Por barba para comer forraje…no se si es barato ¡eh!
Salud y buen apetit