miércoles, 1 de diciembre de 2010

Entonces, que nos queda

Entonces qué nos queda…

Veo las manifestaciones que se han producido en Londres, motivadas por los recortes, según nos han dicho, los mayores desde la 2º Guerra Mundial. Parece ser que esta movilización ha surgido al verse involucrado los estudiantes, dado que, entre esos recortes se incluye el aumento de las tasas o matriculas universitarias, hasta alcanzar los inalcanzable por muchas familias, se habla de 8000-10000 euros por curso anual. Como es lógico la cosa parece excesiva…

Intuyo que entre los manifestantes existirán miembros de familias o incluso alguno mismo que hayan votado al Cameron ese de los cojones. Y quizás (ya lo pongo en duda) ahora lo estén lamentando.

Digo esto por lo de las barbas de tu vecino, etc.…y en estos tiempos de pretensiones de salvación, los iluminados, además de electos, se dan mucha prisa por afrontar los temas problemáticos, tiempo habrá luego, en el resto de la legislatura, de ir suavizando las acciones.

Veo en el pensar de la gente un afán de pretender influir en lo posible en la corrección de lo que se cree está mal. Por ejemplo, alguien ve, que el país sufre una ola de delincuencia, y piensa que esta se debe, yo qué se, ¡a la inmigración, o al paro! y ve además, una posible alineación con los que le venden la idea de una solución a modo de recortes de libertades, da igual que le afecten o no, éstos sigue sus designios, sus lecciones. Igualmente si entienden que hay mucho gasto en partidas sociales, también se alinean con los teóricos correctores del problema, luego no importa que su hijo o él mismo, sufran las consecuencias, que se carezcan, por ejemplo de residencias para sus mayores, de guarderías para sus menores, de universidades hipercaras, de medios en los colegios públicos, todo eso no importa con tal de corregir el problema del “excesivo gasto social”

Por todo eso mismo, acciones de protesta como las desatadas en Inglaterra hay que verlas como un obligado resorte que debe de saltar cuando se presiona a la sociedad del bienestar, donde no caben las milongas de “necesidades” de “convergencias” de “ajustes” de “recortes obligados” en las que simplemente se acorrala a la ciudadanía a estados más limitados para después seguir haciendo o deshaciendo al antojo barbaridades con las cuentas públicas. Muchas veces el poner la lupa o incidir sobre tal o cual problema, gasto o presupuesto, no es ni más ni menos que desviar la atención de otros, si cabe, más importantes.

Cuando la ciudadanía contempla impasible como pretenden desmoronarle su equilibrio e incluso aplaude a quien lo intenta; cuando la única opción que queda es el cambio de signo electoral en el voto, sabiendo que el que venga lo hará igual o más grave; cuando nos afecta al bolsillo y nos vienen a decir que otros está peor, como argumento que derrumbe nuestras pretensiones; cuando los mecanismos de acción y lucha están desprestigiados deliberadamente, luego, sin seguimiento; cuando nos muestran el engaño en forma de liberar y eximir al culpable que se pasea delante de nuestras narices convenciendo a muchos que impúdicamente se alían con ellos; cuando la no violencia o los propios valores de la democracia  es tomada como arma del poder a sabiendas de nulas respuestas contundentes; cuando la cosa roza la sublime idiotez, cuando nunca jamás se pensó por los grupos de poder llegar a estados tales de indolencia ciudadana…¿qué nos queda?

¿Cómo se responde a la agresión? ¿Acaso hay que comprenderlo y tolerarlo sin respuesta?  ¿Es esto responsabilidad por parte de los gobernantes o, abuso de poder? ¿Son los jóvenes estudiantes los únicos que tienen respuestas ante una sociedad aburguesada y paralizada? ¿Es por eso mismo una respuesta a no tener en cuenta, menos valiosa?

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