miércoles, 1 de diciembre de 2010

I; II y III



I

Que pena ha venido a ser el partido de hoy.

El frío atroz que no hacía presagiar el final horrible que hemos padecido, iba creciendo con el paso de los minutos hasta llegar al 32’ de la segunda, con el tercero, que desató la borrasca perfecta, nos dejo a todos helados, callados y perplejos. El silencio entre tanta gente es doloroso y de poco sirve más que para evidenciar la desolación, los segundos se aceleran en su sonora caída, plop, plop, plop, plop…queriendo precipitar el final que no llega sabiendo de la inoperancia que será incapaz de darle la vuelta como no ha sabido hacerlo durante setenta minutos ¿porqué van a hacerlo ahora?

Cuando se dominan los tiempos, los espacios, se goza de ocasiones, en nuestras filas se incluyen gente de calidad contrastada, ¿qué puede fallar?, ¿la suerte?, pudiera ser…

II

Ella empezó a considerar su dolor lo suficientemente extraño, lo suficientemente intenso y lo suficientemente duradero como para acudir a urgencias del hospital. Ya sabíamos que allí la espera es terrible, aún así allá que fuimos.

El permanecer allí durante unas horas resulta de lo más ilustrativo del comportamiento de la sociedad.

Era sábado noche y la “life insana” afloraba por doquier, vamos que la peña está muy mal. La enfermedad es provocada; borracheras de caballo, barbitúricos, drogas que enloquecen, accidentes de coche provocados por jovencitos gilipollas con móviles de última generación, soberbios y maleducados, mujeres maltratadas,  borrachos que escupen su vómito maloliente en la sala de espera, desquiciados, fumados  y drogados que parecen vivir instalados en urgencias. Entre toda esta tropa, algún enfermo, digamos que “normal”, vamos no autoprovocado que soporta las esperas idas y venidas a las que se ve uno obligado a sufrir en estas circunstancias.

III

Precisamente esa es la excepcionalidad. Si se dice al referirse a una novela histórica, que un personaje de una novela de la edad media pensaba como un hombre de la ilustración y, que eso comentándolo con Umberto Eco, le decía que era imposible, que cuando se pretende construir una novela de la edad media los personajes tiene que pensar como se hacia  en la edad media, si era de Roma, pues como la época de Roma, etc.,  y digo yo, ¿acaso no se trata cuando se construye una novela de relatar hechos excepcionales? y, ¿no sería excepcional que un personaje de una novela de la edad media pensase como un hombre de la ilustración?

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