Por fin un buena noticia
Efectivamente, muy buena noticia que recibí con indiferencia y escepticismo, no obstante el ambiente en el cual me fue desvelada no es muy apropiado para tales nuevas; el caso es quedé con un regustillo rumiante que me provocaba satisfacción, esto era así, porque empezaba a valorarla en su verdadera dimensión como algo positivo y muy importante, luego, no me era indiferente, es más, a nadie le puede resultar indiferente que la banda terrorista ETA, anunciase el fin de sus actividades violentas, y pienso ahora en la gente que realmente lo sufre, no en quienes lo han sufrido como victimas que en su tragedia, qué les importa ya estos anuncios, su vidas tuvieran un antes y un después que las sesgó. Estas ahora, en su devenir deambulan entre el odio y la rabia, el olvido y la sed de justicia. Los demás no podemos menos que consolarlas, entenderlas, respetarlas y construir un futuro con su presencia pero sin su rabia y su odio, no se puede añadir más odio al odio. Pongámonos en lugar de ellas, pero de verdad. Imaginemos que nos quitan, nos arrebatan a los seres que más queremos, con quienes compartíamos lo más grande, y los más íntimo y que además sabemos quien ha sido, son los mismos que, por si esto no fuera poco, ni nos reconocen el dolor, ni nuestra dignidad, ¿qué podemos hacer?, ¿qué puede hacer la sociedad por nosotros que les reclamamos ayuda y solidaridad? La democracia es generosa y en su medida, justa, y esta deberá tener los resortes que canalicen este problema peliagudo
Pero, qué duda cabe preguntarse cuando aquel que tenía la pistola apuntándonos, la enfunda y, marcha andando de espaldas sin perdernos la vista hasta desaparecer. Y digo esto porque la primera consecuencia es que nos quedamos aliviados, al menos hemos salvado algunas de nuestras cabezas y con un poco de suerte, si esto sigue así, el miedo producido perderá intensidad y podremos desenvolvernos sin agarrotamientos, ataduras o escoltas; entonces ¿acaso no era eso lo importante? Sinceramente sí, entre otras cosas porque a partir de ahora, sin la amenaza constante, se puede empezar a construir el espacio de convivencia de acuerdo a los principios democráticos, pero…, todavía hay mucha tela para cortar.
Leyendo el comunicado de ETA, además de breve, se aprecia una falta de nobleza y honradez, es como que la prosa etarra conjugara con sus acciones, esta es, la de los verbos, desafiar, y mal intencionar, pues primero no es capaz de reconocer su daño que han provocado y segundo, del escrito se trasluce que su absurda lucha ha merecido la pena para desembocar en este punto concreto, es como que todo estaba bien hecho y dirigido hasta llegar al momento de su renuncia. Esta manera de entender su actuar no puede ser otra que la de una mente perversa capaz de tal pensamiento y no es porque no lo entendamos, que sí, es porque al entenderlo lo interpretamos como se nos muestra. ¡Terrible!
Pero…, el comunicado sí algo tiene de bueno: la explícita renuncia a la violencia.
No vamos a fiarnos de tales impresentables, es cierto, con su jugada estratégica nos quieren engañar, pero por esta vez ¡sí!..., vamos a dejarnos engañar si su comunicado se verifica en la realidad. Y lo vamos a hacer como demócratas que somos, esos que aceptamos a contrarios o a viles, siempre y cuando juguemos todos con las mismas cartas y las mismas reglas, la de una constitución y una realidad europea. A partir de ahí, el presente cambiante e interesado, será el que vaya definiendo la propia historia.